Los líderes del G-7, el grupo de las democracias más avanzadas, tienen previsto celebrar desde este jueves hasta el sábado en la región italiana de Apulia una cumbre anual marcada por la voluntad de dar un impulso político definitivo al uso de los intereses generados por los activos rusos congelados por las potencias occidentales. El objetivo es usar este instrumento como palanca para conceder a Ucrania un préstamo por valor de unos 50.000 millones de dólares (unos 46.000 millones de euros). Los negociadores de las delegaciones tratan de ultimar el marco conceptual de una maniobra complicada, frenada por meses por discrepancias entre los socios. Fuentes europeas cercanas a la negociación muestran optimismo acerca de la posibilidad de “hallar maneras” de activar el mecanismo de forma consensuada.
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